Andar creí, pero sólo soñaba, y, después de tantos y tantos años, desperté en el vacío que ya estaba; avatares silenciosos y extraños; al fin comienza por el fin que acaba... orillas de la nada son engaños, espectros de la noche enamorados que gritan sangre cuando están callados. Sobre la luz, allí, la mano oscura, los hielos de la sombra derretidos; serías tú tal vez o mi locura; mas, rotos los sentimientos heridos, la nada me persigue, me procura, cuando vagan callados los sentidos; sombra soy que retornan los espejos cerca de lo soñado, ya tan lejos. Y siento aún el lento golpe del paso, la lengua que repite donde estamos; ¡oh! mente que nos habla del fracaso, porque mudos reímos y callamos, si el reloj se adelanta con retraso cuando sordos y ciegos lo miramos, bajo este cauce repleto de locos... que sólo el sol ilumina a unos pocos Y yo que creí con el sol eterno en lo nunca vivido por vivir, que todo fue vidrio, espada de invierno, despojo, materia para existir, esquivando las llamas del infierno y siempre adivinando el porvenir; el segundo a segundo por estar educando la voz para callar.